El
término bleisure nos resulta cada vez más familiar y de hecho, la combinación
de trabajo y ocio –business+ leisure- es una tendencia tan in crescendo que los
hoteles del segmento urbano ya preparan sus instalaciones para que el viajero
corporativo con ganas de ocio lo tenga mucho más fácil.
Al
fin y al cabo en la mayoría de los casos, se trata de prolongar el viaje
corporativo como viaje personal para disfrutar de forma relajada del destino.
Pero este límite tan difuso entre lo que es profesional y lo que va más allá
está generando necesidades en el entorno de las empresas, hasta el punto de
plantearse si debe estar recogido en las políticas de viaje corporativo.
Según la firma encuestadora, aseguran que cuando han
preguntado a las organizaciones sobre esta cuestión, en general, la respuesta
ha sido negativa ya que muy pocas empresas han incluido una parametrización del
bleisure en sus políticas.
Sin
embargo, hay cuestiones relacionadas con esta práctica que afectan directamente
a la organización y gestión del viaje. Desde el punto de vista de la seguridad,
se plantean qué responsabilidad tiene la empresa en caso de un
accidente o enfermedad en tiempo de bleisure, tanto el viajero corporativo y en
su caso, al acompañante –teniendo en cuenta que la pareja viaje con un billete
emitido por la agencia corporativa-.
Y
en el capítulo de gastos, si el trabajador pretende hacer una extensión de su
viaje por bleisure, cómo se consideran los importes o dietas del viaje de
vuelta –aun siendo en tiempo de ocio- o cómo hacer frente a tarifas más caras
por esa extensión.
Son
cuestiones que afectan no solo al travel manager, también a los departamentos
de facturación y contabilidad y sobre todo, a los responsables del famoso duty
on care.
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