Los
escenarios oníricos y saturados de color capturados en las trilogías
cinematográficas de El señor de los anillos y El hobbit marcan el camino a
seguir en la isla de Nueva Zelanda.
La Tierra Media, ese universo imaginario construido por el escritor británico J.R.R. Tolkien, en el que criaturas fantásticas como hobbits, elfos, magos y enanos interactúan con los hombres, es real en el país que inspiró las mejores escenas de las películas basadas en sus libros. Nueva Zelanda, en el suroeste del océano Pacífico, aportó más de 150 locaciones para la filmación, y actualmente recibe a los fanáticos de la historia de ficción, así como a quienes desean experimentar paisajes naturales de una belleza que supera las palabras.
>> Fiordland
y los bosques milenarios: En la parte más sureña de Nueva Zelanda se filmaron
las escenas de Fangorn, uno de los bosques más antiguos de la Tierra Media, el mismo
lugar en el que Gandalf llama a su corcel blanco y el hogar de los ents, los
árboles que caminan.
>> Canterbury
y la ciudad de los hombres: En
el distrito de Ashburton, específicamente en el monte Sunday, se grabaron las
escenas de Edoras, la ciudad principal del pueblo de Rohan, en donde, según el
libro, se encuentran las tumbas de los legendarios reyes de los hombres. El set
fue desmontado por completo al finalizar las grabaciones de la trilogía El señor
de los anillos, pero los paisajes nevados y sus hermosas laderas continúan
intactos.
>> Nelson
y la casa del anillo: En
esta ciudad, conocida por su clima soleado y sus bahías, se encuentra la
joyería de Jen Hensen, el verdadero creador y fundidor del anillo, o de los
muchos anillos que se usaron para las grabaciones de las películas. Hensen
murió antes de ver sus creaciones en la pantalla grande, pero sus hijos continúan
con el legado y hacen réplicas para los más fanáticos de la historia de
Tolkien.
>> Wellington,
más cerca de los elfos: En
los alrededores de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, se ubican varios de
los lugares más importantes de las películas.
El
parque Harcourt se transformó en los Jardines de Isengard, el hogar de
Saruman; el parque regional Kaitoke, en Rivendel, en tierra y refugio de los
Elfos; el parque Queen Elizabeth, en el campo de batalla de Pelennor, en el
que además pelearon criaturas como los mûmakil u olifantes (elefantes gigantes
de guerra), y los nazgûl o espectros que buscaban el anillo; y las colinas de
Wairarapa, que se convirtieron en el Sendero de los Muertos, es decir, el paso
que atravesaron los heroicos Legolas, Aragorn y Gimlí entre las ciudades de
Rohan y Gondor.
>> Waitomo,
entre cuevas y granjas: Este
distrito, en su mayoría dedicado al ganado ovino, es conocido por sus
caprichosas formaciones rocosas. Las cuevas de Waitomo son un destino obligado,
no solo porque rememoran algunos de los escenarios de la película, sino porque los
gusanos brillantes que viven en su interior permiten un espectáculo natural semejante
al de un cielo despejado en una noche muy oscura. A unos cuantos kilómetros,
sobre el valle de Mangaotaki, cerca de la ciudad de Piopio, se encuentra la
granja que sirvió de locación para las escenas de El hobbit: un viaje
inesperado, en las que Gandalf, Bilbo y la compañía de Thorin se enfrentan a
tres trolls. El recorrido, bautizado como el tour Hairy Feet o la ruta de los
pies peludos, incluye un paseo en minivan por los bosques nativos y las
actividades más tradicionales del lugar.
>> Matamata,
el hogar de los hobbits: En
la región de Waikato, en la zona central de la Isla Norte, se encuentra este
hermoso pueblo de tradición lechera que alberga dos de los lugares más
recordados de las películas dirigidas por Peter Jackson: Hobbiton, la ciudad de
los hobbits, y La Comarca, la aldea en la que Frodo vive junto a su tío Bilbo
Bolsón. Una vez finalizadas las grabaciones de la trilogía de EI Hobbit, se
resolvió destinar el set para los turistas y se conservaron los 44 agujeros o
casitas del tamaño de sus pequeños habitantes, la taberna Green Dragon (donde
los visitantes pueden disfrutar de una rica cerveza), el puente de doble arco y
el molino.
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