El
edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa (Dubái), mide menos de 830 metros.
La montaña más imponente, el Everest, llega a los 8.848 metros. Si lo pensamos,
aún quedan bastante más "cerca" de la altura que deben alcanzar los
aviones para poder volar, que se ubica entre los 10.000 y 12.000 metros.
Pero
la pregunta que siempre surge es entonces ¿qué necesidad hay de tener que
llevar a un avión a esa altura en particular?
Hay
tres causas, y tienen que ver con los factores que más preocupan a las
compañías aéreas: ganancias y seguridad.
La
primera razón es económica: Cada
metro que ascendemos desde la superficie la capa del aire es más delgada. O
sea, hay menos oxígeno. Si un alpinista necesita botellas de oxígeno para
alcanzar una cumbre desde los 4.000 metros, al triple de esa altura claramente
sería mucho más.
Entre
los 10.500 y los 12.000 metros, franja llamada "altitud de crucero",
los aviones se enfrentan a una menor resistencia del aire y pueden viajar más
rápido y, por ende, consumir menos combustible. Cuanto más ahorren, mejor
negocio hacen todos.
Además,
los motores de los aviones comerciales son del tipo turbofans, que tienen un
mayor impulso a medida que enfrenten una menor resistencia del aire. Pero también
necesitan del oxígeno atmosférico para poder mantener la combustión, por lo que
superar los 12.000 metros ya comprometería la eficacia de las turbinas.
De
acuerdo con Pablo Díaz, periodista especializado, creador de El Blog de Diazpez
y responsable del área de Latinoamérica para Airlinegeeks.com, "la
diferencia entre la presión exterior y la cabina presurizada interior se logra
en el límite de la resistencia estructural de la aeronave. Para ir más arriba,
se necesitaría reforzar al avión, lo que sumaría peso y por lo tanto anularía
la ventaja económica de un nivel de vuelo superior", amplía.
La
altura final depende del peso del avión: cuanto más pesado, vuela más bajo. Un
A380 o un B747 tendrá una altitud menor que un B737 o un A319, pero siempre se
manejan en esa franja de la altura de crucero.
Esquivar
las inclemencias climáticas: La
segunda razón se relaciona con la seguridad. O más bien, con la tranquilidad de
los pasajeros. La mayoría de los fenómenos atmosféricos (lluvias, relámpagos,
viento, granizo, nubes densas) se dan en la tropósfera, la capa atmosférica que
va desde la superficie hasta los 10.900 metros.
Si
bien un avión puede atravesar tormentas y lidiar con vientos, no es gratis: las
turbulencias generan mucho miedo y complica las operaciones.
Por
eso, la mejor prevención es esquivar a estas malas jugadas del clima y volar
por encima de ellas. Además
a esa altura tampoco hay aves que puedan impactar sobre el avión. Este es un
problema común en los despegues y aterrizajes, y que pueden causar varios
accidentes.
Margen
de tiempo: La
tercera razón también está relacionada con la seguridad: en caso de problemas
con los motores o algún otro componente del avión los pilotos tienen un margen
de tiempo para poder solucionarlo.
Si
un avión volara a 1.000 metros del suelo y sus motores se detuvieran el impacto
sería casi inmediato. A una altura diez veces superior los pilotos pueden
lograr que el avión planee de 50 a 80 kilómetros más.
Como
también detalla Pablo Díaz, en un evento de despresurización repentina a 12.000
metros, el pasajero tiene entre 7 y 10 segundos de TUC (Time of Useful
Conciousness: tiempo de conciencia útil) antes de sufrir los efectos
inhabilitantes de la hipoxia. Es decir, que si no se pone la máscara en ese
tiempo, corre serio riesgo. Además, no todos los pasajeros tienen el mismo TUC:
factores como tabaquismo, obesidad, etc etc, reducen este tiempo.
Un
buen ejemplo son las máscaras de oxígeno, que caen en caso de que haya una
despresurización de la cabina. El oxígeno que pueden proveer dura 15 minutos,
tiempo que los estándares de seguridad consideran suficiente para resolver la
emergencia.
¿Y
cuál es la altura mínima?
Por
debajo de los 10.000 metros es la altura que suelen volar los helicópteros y
los aviones más pequeños, como los de motor de hélice. Una altitud mayor y los
pasajeros, que no tienen la cabina presurizada, estarían en problemas.
En
todo caso, los organismos reguladores de la aviación en el mundo establecen que
la altura mínima para los vuelos es de 300 metros sobre las áreas urbanas, o de
150 metros sobre cualquier persona, vehículo o edificio. La causa es sobre todo
ambiental, por el ruido de la aeronave, y obviamente, también para evitar
cualquier posible impacto.
Esperamos que esta información haya sido de tu agrado y hayas aprendido junto con nosotros de estas hermosas aeronaves que sin lugar a dudas nos permiten llegar a distinos inimaginados.
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