Aprender
un segundo idioma es un proceso complejo, a muchos les puede tomar meses e
incluso años, dada la poca práctica y el poco uso en su vida diaria.
No es
simplemente una cuestión de inteligencia y aptitud sino de actitud y
motivación. Es precisamente ésta última
quien juega un papel fundamental en el proceso de aprendizaje en cualquier
área, al hablar de adoptar una segunda lengua resaltan dos aspectos
importantes: la necesidad comunicativa y las actitudes de los estudiantes hacia
la comunidad que la habla. Cuando una persona percibe la necesidad de comunicarse
con otros, consecuentemente, esto va a aumentar su motivación para aprender su
lenguaje.
Acudiendo
a aquel refrán que dice “La práctica hace al maestro”, es posible entender que
el aprendizaje se dé de manera más rápida y fácil cuando se hace de una forma
un poco inconsciente, en las relaciones con nuevos amigos, viajando a nuevos
lugares y conviviendo con situaciones culturales ajenas a las nuestras.
Vivir
lejos de casa es sacar la mente de su zona de confort y esforzarla a llevar un
proceso de aprendizaje más ágil para poder adaptarse al nuevo entorno, como
cuando éramos niños y balbuceando intentábamos que nuestros padres nos
entendieran hasta que finalmente lográbamos aprender las palabras que ellos
usaban constantemente.
Dicho
esto, aprender un idioma en un lugar donde naturalmente se habla será mucho más
efectivo que aprenderlo en un lugar en donde constantemente nos comunicamos en
nuestra lengua nativa.
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