Gran
parte de los viajeros que llegan a Jerusalén acuden en enjambres a la Ciudad
Vieja, recinto sagrado para las tres religiones monoteístas. Sin duda hay
mucho para ver y aprender tanto entre sus murallas así como en el monte de los
Olivos, pero también merece la pena dedicarle un día entero a la Jerusalén
extramuros. Aquí van algunas propuestas.
2. Macetas en las fachadas (10:00 a.m.): Jerusalén es una ciudad que facilmente la puedes recorrer a pie, tanto por su arquitectura como por su paisaje humano
pintoresco y variado. Para obtener el codiciado sabor local, empecemos por el
barrio de Nachlaot, tomando la peatonal Ben Yehuda desde la librería hasta
llegar a la calle Betsal’el. En el barrio, construido alrededor de 1870
para descongestionar la Ciudad Vieja, entenderemos el color arenoso de la
piedra típica jerosolimitana — así de complicado es el gentilicio de la ciudad —
y su religiosidad, pues hay más de 100 sinagogas en este amasijo de callecitas
estrechas, cuestas empinadas y macetas en las fachadas.
3. Batido de higo y nuez (11:00 a.m.): Jerusalén,
como tantas ciudades de Oriente, cuenta con un zoco bullicioso. Su shuk, como
se conoce en hebreo, es Mahane Yehuda y responde perfectamente a la idea de
mercado oriental que tenemos en mente. Aquí están representadas culinariamente
todas las comunidades residentes en la ciudad, de ahí que no nos sorprenda ver
productos etíopes, pescados ahumados de tradición europea y la halva, el turrón
de sésamo con mil sabores (dátiles, café, chocolate…). En cuanto a zumos y
batidos, hay que visitar el concurrido puesto de Uzi-Eli y atreverse con su
batido de higo, plátano, nuez, coco y un toque de tahini.
Además
del Hospicio Austriaco, la terraza del hotel Notre-Dame es un lugar con
fabulosas vistas de la ciudad.
4. La iglesia Etíope (12:30 p.m.): Por
más que estemos fuera de la Ciudad Vieja, es imposible eludir la presencia de
lo espiritual en Jerusalén. Hacerlo sería traicionar su esencia, así que toca
visitar un templo singular: la iglesia Etíope. Al subir por Ha-Nevi’im nos
toparemos con Ethiopia Street, una calle diminuta en cuyo número 10 se levanta
esta iglesia de rito cristiano construida en 1893. Frente a ella encontramos la
casa natal de Eliezer Ben Yehuda, el lingüista que resucitó la lengua
hebrea para su uso diario en Israel y que da nombre a avenidas y plazas de todo
el país.
5. Hojas de parra y arroz (01:30 p.m.): En
Jerusalén también existen las fondas de comida casera. Para llegar a una de las
más tradicionales hay que volver hacia el shuk. Allí cerca, en el 68 de la
calle Agripas, se encuentra Hashlosha, un restaurante familiar cuyos dueños
elaboran hojas de parra rellenas de arroz a la vista de los comensales. La sopa
kubba, con sus bolas de carne picada y su color rojizo debido a la remolacha,
nos recuerda que Jerusalén siempre fue una ciudad de inmigrantes; buscarle el
origen a los platos del menú puede ser un juego de mesa entretenido.
6. Manuscritos del Mar Muerto (02:30 p.m.): Si
hay que elegir un único museo que visitar, no hay lugar a dudas: el Museo de Israel es el candidato idóneo. Al ala arqueológica y de las exposiciones
temporales se suma un terreno anexo con una escultura emblemática de Anish
Kapoor y otro edificio que conserva los manuscritos del Mar Muerto: el
Santuario del Libro. Célebre obra de los arquitectos Armand P. Bartos y
Frederick J. Kiesler, su aspecto puede hacernos pensar en un platillo volante,
pero en realidad emula la forma de las vasijas donde se hallaron estos textos
sagrados.
7. Donde nació san Juan (04:00 p.m.): Seguimos
en la colina de Givat Ram, en cuyo entorno también se halla el Knesset, la
sede del Parlamento de Israel, que ofrece visitas guiadas. Si queremos
desplazarnos, es recomendable tomar un taxi para, por ejemplo, acercarnos a Ein
Karem, uno de los barrios del extrarradio de Jerusalén. La tradición cristiana
también tiene aquí algunos de sus puntos neurálgicos: uno de ellos es el lugar
de nacimiento de Juan el Bautista (St. John BaHarim), pero una vez recorrido lo
que parece una iglesita rural franciscana podemos seguir por este encantador
barrio con aspecto de aldea, donde abundan los granados y los cafés con terraza
donde sentarse a gozar de una calma poco frecuente en esta ciudad.
8. Desde las azoteas (06:00 p.m.): Seguramente
alguien nos habrá recomendado acudir al Hospicio Austriaco para admirar
desde su azotea las legendarias vistas de la Ciudad Vieja y de Jerusalén Este,
pero para evitar las aglomeraciones también tenemos la terraza del hotel Notre
Dame (Paratroopers Road, 3). En lo alto de este edificio se halla un
restaurante con fabulosas vistas.
9. Un edificio inesperado (08:00 p.m.): El
valle situado entre la Ciudad Vieja y el barrio de Montefiore nos depara la
sorpresa de un edificio inesperado: la Cinemateca (Hebron Road, 11), con
una programación que es un imán para los visitantes.
Para terminar bien el día
visitamos la vieja estación de tren de Jerusalén — First Station — (David
Remez Street, 4), restaurada como centro de ocio.
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